Es cierto que las ayudas de Fundación Probitas no están estrictamente
dirigidas en una sola dirección. Se proporcionan recursos tanto a los países
extranjeros como a nuestro país, pero, en ocasiones, a la fundación se le
presenta un dilema... ¿A quién se le da prioridad?
Actualmente, nos encontramos ante una
situación muy poco favorecedora en España. Estamos inmersos en una crisis que
afecta en todos los ámbitos, incluyendo a las organizaciones solidarias, en
este caso a FP. La falta de recursos impide que la fundación pueda hacer frente
a las demandas nacionales e internacionales a la vez, por lo que decidieron
celebrar la I jornada de debate
organizada por la Fundación Probitas y la Fundación Víctor Grifols i Lucas con
el fin de solucionar este problema.
En la jornada se trataron varios puntos mediante la realización de dos
mesas de debate. La primera sobre las "Experiencias prácticas en
cooperación internacional y acción social" donde se expusieron algunas
iniciativas de éxito que apuestan por la innovación y por una nueva forma de
organizarse y buscar nuevos recursos económicos con la utilización de la
tecnología.
La segunda sobre la "Solidaridad local versus cooperación
internacional. ¿Cómo priorizar?". Se introdujo el dilema a todos los
colaboradores del debate y se llegó a la conclusión de que el problema estaba
mal planteado, que no se estaba haciendo la pregunta correcta. Al estar
preguntando a quién se da prioridad se está afirmando que el gran enemigo de
los pobres españoles son los pobres extranjeros, que compiten por ayudas,
trabajo, comida, asistencia sanitaria... Pero... ¿acaso no tenemos los mismos
derechos unos y otros? Resultaría irónico que una ONG violase esos derechos que
tanto defiende. Por lo tanto, la pregunta no es a quién se le proporciona la
ayuda y a quién no, sino qué hacer para poder proporcionar la ayuda a todos.
Para solventar este problema hay que actuar en conjunto, llegar "a los de
arriba", a "los que tienen el poder" y dirigen la economía
mundial; los bancos, las multinacionales. Si se consiguiese modificar las
normas actuales de la economía global la mayoría de los déficits en Derechos
Humanos serían seguramente evitables, se podría mejorar la calidad de vida de
las personas, y las cifras lo demuestran. En los últimos 100 años han fallecido
alrededor de 200 millones de personas debido a las guerras y a las dictaduras,
mientras que en los últimos 25, la pobreza ha acabado con la vida de más de 400
millones de personas.
Pero esto no es tan fácil. Todavía queda mucho camino por recorren. Un
camino difícil y lleno de obstáculos que solo se podrá finalizar si nos
colaboramos entre todos y tenemos perseverancia.
Funete: http://www.fundacionprobitas.org